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Inmersiones Terapéuticas: Cómo el Frío y el Calor Revelan Nuestro Verdadero Centro

Foto del escritor: Daniela MosconaDaniela Moscona

Actualizado: 25 sept 2024






Alguna vez escuche a un chamán decir algo sobre el calor: "una cosa es tener calor pero otra muy distinta es luchar contra el calor. Así que sí, ten calor pero déjalo entrar". A partir de experimentar esto, sentí cómo tengo una capacidad para habitar la incomodidad, en vez de empujarla hacia afuera, hacerle más espacio dentro, volviéndome un contenedor más amplio.

Entonces, cambio la forma de relacionarme con mi cuerpo y con mi mente en adelante porque esto instalo un programa que no tenía antes y aunque no siempre lo tengo disponible ni lo domino al menos existe.


Empecé a hacer bikram yoga, una práctica que se hace a 42 grados lo que la hace muy demandante físicamente (hay desmayos en las clases) y fue ahí cuando encontré como sostenerme en medio de un infierno de calor: "déjalo entrar".


Un día me sumergí en un lago en Canadá en Otoño, decir que estaba helado es poco. Encontré la relación entre la práctica de dejar al frió entrar con la ansiedad, lo que resistes persiste. Lo mismo que hay que hacer en un manantial helado para sumergirse tranquilamente es lo que se hace para manejar la ansiedad: dejarla entrar.


Cuando inicie mi carrera profesional trabajaba con niños y desde entonces empecé a trabajar con mis pacientes con esta idea, los animaba incluso a quitarse la chamarra y salir a experimentar frío real dentro de las sesiones. Es una forma de enfrentar los miedos por supuesto, si confías en que estas seguro con el escenario desconocido en este caso el frío, entonces puedes dejar de luchar, ya no es peligroso.

Cuando iba a caminatas y encontraba un cuerpo de agua helado me empecé a sumergir, empecé a sentir que podía encontrar mi centro a pesar del frío en mis huesos, un poder que se volvió algo tan sencillo como encontrar un switch que siempre había estado ahí.


¿Cuánto espacio tenemos para albergar la incomodidad de los escalofríos? ¿Del sudor? ¿De la ansiedad? Y del enojo extremo. ¿Qué tanto podemos sostenerlo sin resistirlo? Alguna vez baje en una pesadilla a los miedos más profundos de mi alma, y me quedé ahí.


Esto se puede practicar: sostener la incomodad del frio, de las preguntas que no tienen respuesta aún, de los dolores sin fecha de caducidad aparente, de la incertidumbre del futuro.


Podemos ser tan íntegros y tan abiertos a recibir la experiencia, a escucharla tan generosamente como un recipientes guarda agua, sin grietas.


Estamos programados para quitarnos rápido del fuego, estamos cableados gracias a años de evolución para alejarnos de la incomodad, se necesita mucha práctica para tener una presencia entera, generosa a la existencia. Es contra intuitivo.


A veces siento que el mundo o mi mundo se tambalea, columnas se caen, lo que conozco se ve amenazado continuamente y de pronto en algunos instantes me siento sumergida, en esa agua helada y puedo sentir lo más central y esencial de mi intacto, inamovible como una montaña.


Se como una montaña.

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